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SIN TRIPAS CORAZÓN: LA CRÓNICA

21.11.2018
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Ir por nuestros sueños no debería ser lo extraño ni parecer valiente, ir por nuestros sueños debe ser lo inevitable, lo necesario, el camino más seguro para agradecer la suerte de Estar Vivos.

Muchos de ustedes oyeron hablar de esta travesía y algunos habrán visto los videos o las publicaciones que hicimos en redes sociales. Pero quienes nos conocen más de cerca, saben que las crónicas, el lenguaje escrito, también es algo que nos apasiona, y aunque la vida corra más rápido desde que volvimos de esta aventura y se nos estaba yendo… aquí está la historia, narrada desde la amistad, la perseverancia y por supuesto, desde el amor, a los amigos y a la montaña. Y a la Vida.

 

Para todos y cada uno de los que hicieron parte de esta travesía: apoyando nuestras ideas, creyendo en nosotros, aportando económica o emocionalmente, siguiéndonos en redes, enviándonos mensajes de amistad, yendo a las charlas que dimos, saludándonos en los lugares que visitamos, enviándonos su valiosa energía… A esos amigos y a la familia les dedicamos estas líneas.


ALGO TENGO QUE CONTAR

·         Ocho meses de planeación

·         Una camioneta y cuatro bicicletas de ruta

·         Diez morrales con equipo de acampada y alta montaña, (casco, arnés, piolets y crampones), equipo de bici y trail running.

·         Siete hospedajes entre hostales, hoteles y apartamentos, sin contar las noches de carpa.

·         Ciento diez desayunos, almuerzos y cenas. 

·         Cuarenta raciones militares, sesenta panes y ciento cincuenta litros de agua y agua de panela.

·         8.100 kms. en avión de Madrid a Bogotá

·         1.198 kms. en carro con 18 peajes y 6 tanqueadas.

·         112 kms. en buses interdepartamentales e intermunicipales. 

·         264 kms. de bicicleta 

·         81 kms. a pie: caminando y corriendo.

 

Sin Tripas Corazón nace de esa mente creativa e imparable de Dani Caribe Atómico quien, después de sufrir una complicada enfermedad (que aún lo afecta) se aferró aún más a la vida y a personas que estuvieran dispuestas a vivirla intensamente, como él, en cuerpo y alma.


Conoció a Juan Dual por redes sociales, un español, corredor de montaña y con una condición física muy especial, que lo hace ejemplo de superación y amor por la vida, y lo invitó a unirse a esta aventura. A este dúo se unieron los hermanos Valencia, Samuel y Sebastian, compañeros de muchas otras aventuras de Dani, y Carolina, fiel escudera de todo el equipo.  

Meses enteros de planeación, diseño de proyectos, envío de propuestas, consecución de recursos y patrocinios; diseño de logo, de piezas digitales e impresas, de camiseta y material publicitario; divulgación en medios impresos y audiovisuales, página web… lanzamiento. Todos dando lo mejor de sí para lograr lo que queríamos: contar que ESTAMOS VIVOS. Y así fue. Lo hicimos. Sin Tripas Corazón fue una realidad que hoy ya quedó lejos, pero que sus enseñanzas siguen vivas en nuestros corazones y en las que mueven a ESTOY VIVO que, al final, es el mensaje que queremos dejar para siempre, con ésta y muchas más aventuras.


ALGO TENGO QUE HACER

Todos los sueños que construyes se derrumban


Fuerte ¿No?, nuestro primer gran aprendizaje llegó de la mano de Juan Dual quien, tres días después de pisar suelo colombiano estaba internado en una clínica con una obstrucción intestinal, y nosotros, con el alma pendiendo de un hilo, entre la preocupación de su salud y la posibilidad de terminar -sin haber comenzado- nuestra travesía.

Gran ajuste de planes. Terremoto. Una caída al vacío que nos enseñó que cualquier sueño, por grande y perfecto que parezca, se cae al menor suspiro; que hay unos hilos invisibles más altos que nosotros tomando decisiones más sabias, más ajustadas para todos. 

Afortunadamente la enfermedad de Juan fue resuelta rápida y satisfactoriamente, por lo menos para dejarnos salir de travesía, con una semana de retraso pero no importaba: estaba sano (bueno, con una pequeña tos que ya traía de España) y con vía libre para seguir esta locura.

 

Y vuelve a nuestra mente la imagen de esa mañana en que salimos, a las tres de la madrugada, con la camioneta atiborrada de maletas, bicicletas, equipos, pero sobre todo de sueños, expectativas y una alegría que se salía por las ventanas. Carolina al volante, Dani como copiloto y atrás los grandulones de Samuel, Sebastián y Juan. Más felices no podíamos ser.


En la carretera tuvimos la fortuna de ver el nevado, el hermoso Nevado del Tolima, donde estaríamos unos días después… qué bonitos son los sueños, de verdad. Porque son para eso, para cumplirlos o para llegar hasta donde podemos llegar. Pero hay que ir “a por ellos”, como diría el españolete. 

Viajamos hasta Ibagué, allí nos encontramos con dos invitados muy especiales para el ascenso al nevado: Alejandro Castro y su hijo Mateo. Dejamos la camioneta y las bicicletas en Juntas (por donde bajaríamos días después) y tomamos bus rumbo Ibagué-Armenia-Salento.

Éramos un gran equipo: cinco guerreros de montaña, el pequeño gran soldado Mateo, ya leyenda de esas tierras y nuestra chica, la Caracola, quien demostró desde el principio estar a la altura de estos perros montañeros.


ALGO TENGO QUE APRENDER

 Las mejores lecciones de vida llegan con golpes


Mucho nos faltaba aún por aprender: de la vida, de la montaña y de nosotros mismos.

No llevábamos ni dos horas de camino por el hermoso Valle de Cocora, cuando la tos de Juan, que ya venía “in crescendo”, lo detuvo, ahogado, hasta hacerlo desistir de seguir.


Ya habíamos pasado por la hospitalización. Ahora esto… ¿en serio no seguía? No. No podía, cada paso -de ascenso- le limitaba el aire y lo descomponía de tal manera que se quedaba sin aliento; era obvio que traía una enfermedad respiratoria y seguir sería tentar a la suerte, o a la muerte.


En un momento muy emotivo, con el río como único testigo, nos despedimos. Juan volvió a Salento para ponerse en manos de los médicos (quienes confirmaron una neumonía) y nosotros seguimos hacia el Nevado para lograr la cumbre por la que habíamos llegado hasta allí. 


Dividir el grupo tal vez fue lo más doloroso, pero también lo más sensato y amoroso que pudimos hacer. Soltar para proteger, para cuidar.


NADIE DIJO QUE SERÍA FÁCIL

De hecho casi nunca lo es


En nuestro segundo día de caminata, cuando nos aprontábamos a alcanzar el lugar donde haríamos el campamento base antes de atacar cumbre, nos cayó una tormenta de hielo, viento y lluvia tan fuerte, que nos vimos obligados a refugiarnos en una grieta de la montaña y quedarnos más de dos horas esperando que aminorara la tormenta, cosa que nunca pasó, por lo que nos tocó regresar a un punto seguro (más bajo) donde armamos campamento, con la triste certeza de saber que ya no podríamos subir hasta la cima. 


Una tras otra llegaron las pruebas, pero siempre con la satisfacción de, en todas, haber tomado decisiones sensatas y acertadas, pensando en la seguridad de todos, apoyándonos, concertando y analizando todas las opciones. Cuando estás en la montaña, en la alta montaña, es ella la que decide, no nosotros, pequeños seres que nos creemos dueños de todo.  

No, ella nos regaló la oportunidad de ir y contemplarla… y nos invitó a volver, porque esa cumbre la alcanzaremos algún otro día, de eso estamos seguros.



QUIÉN NO HA SUFRIDO NO PUEDE ENTENDER EL GOZO

Pasamos una noche en Termales de Cañón y al día siguiente bajamos a Juntas con una caminata de 30 kms, la más larga y dura tanto en ascenso como en descenso, hasta las once de la noche. Allí llegó Juan, ya mucho mejor de salud y nos quedamos un día retomando fuerzas en el increíble hostal de Truman y Annie, Ukuku Rural.


Y llegó la etapa de la bici, con un primer día tranquilo y fondeado de 100 kms. hasta Mariquita, y otro de caminata suave y baño en el río en las famosas ruinas de Falan, dando un poco de tiempo a la recuperación completa de Juan, y para alistarnos a subir el temido Alto de Letras.


Al tercer día, madrugados, arrancamos: Dani, Juan, Samuel y Sebastián en las bicis; Caro y Mateo apoyando en el carro escoba (Alejandro se fue para Bogotá a seguir de correría en la Ultra de Ultras).

Sólo quien monte bicicleta y haya hecho o haya oído de este puerto de montaña, sabe lo duro, largo e intenso que es. Costó muchísimo, se les notaba a todos, sobre todo a Juan, el esfuerzo y el sufrimiento de quien lo está dejando todo en la carretera. Llegaron momentos de bajarse y empujar la bici, de sentarse y pensar si se podría terminar… pero ¡cómo no! ¡Si es la Pandilla Atómica!; la fuerza de la juventud de los Valencia y la solidaridad de Dani se unieron para motivar a Juan (hasta empujarlo en algunos tramos) y llegar -juntos- a las ocho de la noche al Alto de Letras.

“Si quieres hacer algo, hazlo solo. Si quieres hacer algo y llegar lejos, hazlo con gente”, estas fueron las palabras que nos regaló Juan al abrazarnos todos como equipo, como hermanos, al llegar al Alto de Letras. No hubo un momento más emotivo en toda la travesía que ese, pues a todos, en mayor o menor medida nos había costado llegar, pero el estar juntos, el Estar Vivos, el no desfallecer, ayudar y dejarnos ayudar nos había llevado a la cima una vez más.

ALGO TENGO QUE DEJAR

No necesitas a nadie en tu vida


Si tienes vida, eres agradecido y estás feliz por ello, si tienes amigos y un sueño por el cual luchar, no necesitas nada ni a nadie más. 

Después de recuperar dos días en Manizales en el hostal de Kumanday Adventures, nuestro viaje continuó hacia Cali para correr los 21K del Campeonato Nacional de Trail, no sin antes encontrarnos con hermanos del alma, amigos corredores que habían seguido todo nuestro periplo y nos habían organizado -el día antes de la carrera- la primera charla para contar toda la travesía.


Fue un momento increíble: tratar de organizar las ideas, de mostrar quiénes éramos, qué habíamos hecho y por qué lo habíamos hecho (aún viviéndolo); y sobre todo transmitir el mensaje: #EstoyVivo que es, al final, nuestro diario compartir; es lo que dicen nuestras fotos, los videos, los textos que escribimos y es el hilo conductor de todos nuestras ideas.


Detrás de las risas, de la complicidad, de lo mucho que gozamos todo lo que hacemos, de esa energía que nos conecta con el que nos oye, nos ve o nos lee, hay una palabra, así, junta: #EstoyVivo. Un movimiento que queremos se tome Bogotá, el país y el mundo entero. 

Queremos inventarnos más excusas -más travesías- para agradecer este milagro, para gozar cada día, no parar de sonreír, vencer el NO y encauzarnos hacia el SI. Y lograrlo. Como logramos Sin Tripas Corazón.

Síguenos. Acompáñanos. Sé tú también un embajador de Estoy Vivo.


Quedan mil historias aún por contar, porque no hay una manera de cerrar esta travesía, sigue viva en nosotros: en recuerdos, anécdotas, imágenes, olores; en canciones y paisajes; en amigos, risas y lágrimas. 


Los momentos que vivimos en la montaña se quedan tatuados en la piel de la memoria. Las fotografías evocan una imagen, pero lo que sentimos, gozamos o sufrimos no nos abandona. Menos mal.

Agosto de 2018

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