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CONQUISTADORES DE LO INÚTIL: UNA ANTITRAVESÍA EN BICICLETA

05.02.2018


“A los cincuenta años, hoy, tengo una bicicleta.
Muchos tienen un yate
y muchos más un automóvil
y hay muchos que también tienen ya un avión.
Pero yo
a mis 50 años justos, tengo sólo una bicicleta.”

Rafael Alberti

PRÓLOGO

Soy una conquistadora de lo inútil. Para mí no es fácil escribir, pero esto que he hecho amerita ser narrado. No pensé que sobreviviría a algo así y mucho menos que podría terminar el reto al que me invitaron. 

Nunca había andado tanto en tan pocos días, aguanté el peso conmigo por cientos de kilómetros, sin importar el clima, el terreno o el desgaste. La única ley que había en mí era seguir el camino, rodar y rodar de día y noche, buscando conquistar lo inútil, y ahora pienso: ¿Por qué se les ha ocurrido esto? Una vez terminado este largo viaje me doy cuenta que aparentemente no ha servido de nada, estoy en el mismo lugar desde el cual empecé, no logré protagonismo, ni ayudas sociales, ni mucho menos dinero. Estoy más olvidada que al principio y más estropeada que nunca, pero algo sí cambió en lo profundo de todos los ciclistas que participaron.

¿Qué pudo llevarlos a este cambio?

La Antitravesía es un viaje y una aventura, pero una aventura que quiere llevarte al límite. Es un viaje sin logística, sin carro escoba, sin refrigerios, sin hotel ni masajistas. ¿La ruta? Incierta, mirar el mapa de Colombia, fijar uno de sus límites, hacer la ruta lo más difícil posible y ya, no hay marcaciones ni policía, todo puede cambiar en cualquier momento.

 

Mientras que en una travesía “normal” se espera que todos terminen, aquí los protagonistas juegan a “eliminar” a sus compañeros de viaje, a retarlos, a estallarlos,  buscando ir al límite para conocer cuando se doblegarán sus piernas o su espíritu.

 

Entre ellos vociferan  “a que no es capaz”, “la mera pussy”, “mejor coja un bus”, todo con el anhelo de hacer más duro viaje, ahora al cansancio del camino deben sumar el desgaste que con esas frases llegan a lo profundo de la mente.

 

Es difícil salir con ellos, no lo recomiendo. Se hacen llamar "vagamundos", pareciera que no les da miedo nada, son locos irresponsables tentando a la muerte. Cualquier tiempo es bueno para andar, puede ser de día, de noche o de madrugada.

 

Después de tanto sufrir, pareciera que para mí no hay recompensa, pero sí la hay: llevarme a recorrer este país de cabo a rabo, conocer la diversidad cultural, permearme de nación a través de sus gentes y sus lugares.

Comparto ahora con ustedes, queridos lectores, la aventura de esta quinta y última Antitravesía, el reto de girar mis ruedas, mover mis pedales miles de veces, contar en mi velocímetro más de 3.600km, soportar 23 días de sol, viento, lluvia, barro, polvo y sal del mar, atravesar las tres cordilleras, probar el desierto, el bosque de niebla, no diferenciar entre el día y la noche, no temer accidentes, ni encuentros y desencuentros. Conocer territorios que antes fueron marcados por el conflicto armado colombiano, transitar por regiones indígenas, descubrir la inmensidad del mar mientras bordeo un país a través de mis pedales.

Bike on the road, mi ser como una extensión del cuerpo, el medio con el que descubres lo simple y lo valioso, esa soy yo: la bicicleta. No me ufano de lo que soy, pero ellos a través de mí han descubierto lo que pueden llegar a ser. Ya un poco estropeada y con piezas por cambiar, me agradecen y me quieren más que antes, soy quien puede llevarlos a probar la libertad. La libertad hecha Antitravesía.

El viaje por este bosque de letras continúa, ya los acompañé a ellos en muchas tristes historias, ahora acompáñenme a leer la crónica del viaje hasta el Cabo de la Vela…


Da clic AQUÍ y continua leyendo el Capítulo 1 crónica la Antitravesía.

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