A RUEDA DE LOS PRO EN EL TOUR DE FRANCIA 2019
Por:
Catherine Mével -Ciclista francesa en
Colombia
Viernes
26 de julio 2019 – 11am – Bourg Saint Maurice
Quinto
día. Hoy no vamos a montar. Bueno si queríamos y estábamos listos, habíamos
salido del apartamento cuando me di cuenta que tenía un hueco de la talla de
una moneda de 1000 pesos en mi coraza. Imposible de reparar sin bicicleterias
cerca. Mejor vamos a comer mucho y a buscar un bar para ver la etapa. Es que
Juan y yo estábamos cansados, habíamos pedaleado 665km con 10 200 D+ en 4 días,
atravesando los Alpes siguiendo el recorrido del Tour de Francia, un día antes
de los pros.
Desde
hace 4 años, estoy siguiendo el proyecto de las chicas de Donnons des elles, acompañándolas cuando puedo en sus recorridos.
Este grupo de 12 chicas hacen todos los años el recorrido exacto del Tour de
Francia un día antes de la carrera, para de esta manera dar visibilidad al
ciclismo femenino. Para el 2019, tenía en mente pegarme al lote entre Nîmes y
los Alpes. El plan inicial era hacerlo sola, ir con ellas durante las etapas,
como invitan a la gente a apoyarlas, y buscar donde quedarme cada noche. Pero
después de una conversación en el borde de la pista de la Virgilio Barco en
Bogotá, convencí a Juan Peña, la estrella del piñón fijo colombiano, de
venir conmigo. Normalmente solo
cruzábamos unas palabras en las carreras, no sabíamos mucho uno del otro aparte
de cual relación deberíamos usar para uno u otro circuito.
Este
viaje para mí se trataba de buscar un
equilibrio entre la eficacia de rodar en grupo, la libertad de tener mi propia
organización y la seguridad de estar siempre acompañada. Y que ese reto físico
sea la ocasión de conocer personalidades ciclísticas, lo que uno comparte con
sus compañeros cuando sabe que va a pasar todo el día pedaleando, hablando y
pensando en bicicletas.
Las
discusiones que uno tiene con desconocidos en la bici solo pueden ser entorno
de la bici.
Un
día después de llegar fuimos a turistear en Nîmes, arreglar las bicis y buscar
goodies en el Village du Tour, para así empezar la primera etapa, 187km
alrededor de Nîmes. Las temperaturas eran muy altas y cometimos el error con
una parte del lote de parar en un pueblo para llenar las caramañolas en una
fuente. Cada uno llenaba su caramañola y se iba a perseguir. Y así empezó una
contrarreloj para alcanzar el lote. Encontré una buena rueda que me llevó hasta
la fila de los carros, y cuando alcanzamos al pelotón, pudimos por fin empezar
a hablar: « - ¿Compites? (es que si, íbamos muy rápido en nuestra persecución)
– Si, en piñón fijo – ¡Yo también! … » Y así hasta la siguiente pausa, o la
siguiente glorieta, la que te cambia de compañero para empezar una nueva charla
con otra persona que vas a conocer sólo de perfil como los egipcios.
El
segundo dia nos llevaba de Nîmes a Gap, fueron 210km y de ellos 30km fueron
cargando las maletas. Atravesamos unas regiones muy aisladas, muchos kilómetros
de rutas pequeñas sin pasar por ningún pueblo. Siempre nos acompaña gente de la
región, por una parte o la totalidad del recorrido. «Es muy extraño pasar tan
cerca del Mont Ventoux sin subirlo, yo lo intente subir una vez en el Tour
2016, pero había tanto viento que no pudimos llegar a la cima , pensé hay que
volver, vale la pena conocer la parte del desierto, y la vista arriba es algo
increíble».
El
tercer día era la etapa reina, la que tanto asustaba en el papel. 4 puertos
míticos en 200km de alta montaña. Con Juan no nos veíamos mucho durante las
etapas, cada uno vivía su propia experiencia. Ese día hice más de 50km hablando
de triatlón con una chica que hace Ironman. Pero en el tercer puerto, el Col de
l'Izoard, las fuerzas me abandonaron y el único que tuvo la paciencia de
acompañarme fue Juan. «-No puedes seguir así – Si descansamos, perdemos el
grupo y tenemos que cargar las maletas – Falta todavía lo más duro, súbete al
carro, no pasa nada – Esos puertos, Izoard, Galibier, quería conocerlos en
bici, pero si el cuerpo no puede, no hay otra solución». Llevábamos 130km y
3000D+. Las conversaciones surrealistas ahora fueron con el fotógrafo, el
masajista y todo el staff de las chicas. Cuando recupere algo de fuerzas,
pasaba caramañolas y barritas en el borde de la carretera. En el Galibier,
estaba charlando con el campeón mundial de ski. Llegamos a Valloire a las 9 de la
noche. Nos faltaban 20km con las maletas para poder descansar. La última
bajada, de noche, sin luces, fue otra cosa surrealista.
El
cuarto día, me tenía que desquitar de estas montañas. Desayunamos mucho, en la
entrada misma del supermercado. Pasaron unos colombianos « Estamos aquí para
apoyar a Egan – Nosotros hacemos la etapa de mañana – ¡Suerte! ». Sabíamos que
nos esperaban 80km de subida, empezamos a ritmo muy suave pero yo estaba
motivada, me fui adelante sola, hasta que nos alcanzaron las chicas en la
primera parada en un pueblo que organizó un banquete gigante para nosotros,
donde todo estaba tan rico que comimos mucho, en exceso. El apoyo de los
locales era clave «Esta parte es durita, y cuando uno piensa que va a coronar,
todavía falta mucho, lo hice la semana pasada» Esta chica me guio una buena
parte del recorrido. No le contestaba mucho, pero me quedaba siempre a su lado.
Después del almuerzo nos esperaban los 12 últimos kilómetros del Col de
l’Iseran, el más alto de Europa. En el grupetto de la « Fuerza tranquila », las
chicas menos escaladoras del grupo, el ambiente es muy alegre, se canta, se
habla de todo (realmente todo, hasta lo censurado). Pero el grupo va un poco
rápido para mí, el paisaje es tan bonito que no quiero que se acaba nunca esta
subida. Voy con dos australianas que se vuelven locas viendo la nieve tan
cerca. Llegue a la cima. «Hé, hé, los colombianos, ¡Nairo acaba de ganar la
etapa!». Nos despedimos del grupo arriba, cargamos las maletas y empezamos
nuestra bajada de 50km. El valle se veía lleno de nubes negras y después de 5
curvas empezaron a caer las primeras gotas. En la salida de Val d’Isere, ya estábamos
bien mojados y el único refugio que teníamos eran los túneles, sin otras luces
que las de los carros que venían atrás. «Me duele la cola – Cállate». En
Bourg-Saint-Maurice encontramos una tienda donde compramos todo lo que
necesitábamos para reponernos y terminamos el día viendo el replay de la etapa
comiendo helado.
El
quinto día, ya saben lo que pasó.
Nunca me pregunte porque hacia eso. Desafiar los
elementos, el clima, las montañas, con la sola fuerza de mis piernas y de la
energía de los que están viviendo la misma cosa al mismo tiempo. Esa es mi manera de meditar, de vaciar mi cerebro
de todo pensamiento. Dejarse llevar por un recorrido ya trazado por otros, ya
señalizado. No es necesario preguntarse porque uno hace eso. Simplemente porque
estamos vivos.